Un robot quirúrgico que opera en un cerdo muerto
JUO-Tung Chen/Johns Hopkins University
Un robot impulsado por IA pudo separar la vesícula biliar del hígado de un cerdo muerto en lo que los investigadores afirman que es la primera cirugía realista de una máquina casi sin intervención humana.
El robot funciona con un sistema de IA de dos niveles entrenado en 17 horas de video que abarca 16,000 movimientos realizados en operaciones de cirujanos humanos. Cuando se pone en funcionamiento, la primera capa del sistema AI observa video desde un endoscopio que monitorea la cirugía y emite instrucciones de lenguaje simple, como “Clip el segundo conducto”, mientras que la segunda capa de IA convierte cada instrucción en movimientos de herramientas tridimensionales.
En total, la cirugía de la vesícula biliar requería 17 tareas separadas. El sistema robótico realizó la operación ocho veces, logrando el 100 por ciento de éxito en todas las tareas.
“La tecnología robótica quirúrgica actual ha hecho que algunos procedimientos sean menos invasivos, pero las tasas de complicaciones realmente no han disminuido de las cirugías laparoscópicas (de cerradura) anteriores (por cirujanos humanos)”, dice el miembro del equipo Axel Krieger de la Universidad Johns Hopkins en Maryland. “Esto nos hizo analizar cuál es la próxima generación de sistemas robóticos que pueden ayudar a pacientes y cirujanos”.
“El estudio realmente destaca el arte de lo posible con AI y robótica quirúrgica”, dice Danail Stoyanov en el University College de Londres. “Los avances increíbles en la visión por computadora para videos quirúrgicos con la disponibilidad de plataformas robóticas abiertas para la investigación hacen posible demostrar la automatización quirúrgica”.
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Pero quedan muchos desafíos para que el sistema sea práctico en uso clínico, señala Stoyanov.
Por un lado, mientras que el robot completó la tarea con el 100 por ciento de éxito, tuvo que autocorregir seis veces por caso. Por ejemplo, esto podría significar una pinza diseñada para comprender una arteria perdida en el primer intento.
“Hubo muchos casos en los que tuvo que autocorregir, pero todo esto fue completamente autónomo”, dice Krieger. “Identificaría correctamente el error inicial y luego se solucionaría”. El robot también tuvo que pedirle a un humano que cambiara uno de sus instrumentos quirúrgicos por otro, lo que significa que se requería cierto nivel de intervención humana.
Ferdinando Rodríguez y Baena en el Imperial College London está entusiasmado con el creciente potencial de la cirugía robótica. “El futuro es brillante y tentadoramente cercano”, dice. “Aunque para darse cuenta de esto de manera segura en los humanos, la regulación deberá seguir su ejemplo, lo que sigue siendo un desafío abierto significativo en nuestro sector”.
El siguiente paso, dice Krieger, es dejar que un robot opere de forma autónoma en un animal vivo, donde la respiración y el sangrado podrían complicar las cosas.
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