La vida en La Mesilla, un pueblo en plena frontera entre Guatemala y México, tiene aún muy presente el enfrentamiento a balazos de hace casi dos meses entre un grupo de presuntos narcotraficantes y los policías mexicanos que los persiguieron en autos blindados hasta el territorio vecino.

La rutina diaria de una población que vive mayoritariamente del comercio minoritario a los lados de la línea que separa a ambos países trata de abrirse paso, con mayor presencia policial, pero con el temor latente por la violencia de lo ocurrido el pasado 8 de junio. Según las autoridades, en esa zona opera una organización de crimen organizado con vínculos con el Cártel Jalisco Nueva Generación.

El miércoles, más de 600 policías y militares se desplegaron en dos comunidades cercanas en un operativo que buscaba desmantelar el grupo de presuntos narcos —ya descabezado por la muerte de su líder en el reciente choque con la policía mexicana— y que se saldó con 21 allanamientos, la incautación de dos armas y municiones pero sin ningún detenido, según el Ministerio de Gobernación.

Estudiantes observan desde el balcón de su escuela a un convoy con policías que participan en un operativo contra presuntos narcotraficantes en La Mesilla, Guatemala, cerca de la frontera con México, el miércoles 30 de julio de 2025.

(Moises Castillo/AP)

“La gente quiere olvidar lo que pasó, pero aún hay miedo”, recordaba un vendedor de ropa que presenció la balacera de hace casi dos meses.

La población de La Mesilla aún ve con desconfianza a quienes se acercan a preguntar por el incidente y los que se deciden a hablar lo hacen con la condición de no ser identificados por su nombre.

“Yo corrí, dejé todo; no me importó, corrí al lado de México. Teníamos temor, cuando ya vimos que todo estaba bien, regresamos, recogimos todo y nos fuimos”, relata el joven que aún se dedica a vender en el lugar.

Su testimonio recuerda al de cientos de mexicanos que hace justo un año huyeron a Guatemala, hasta el municipio de Cuilco, en busca de refugio debido a la violencia y las amenazas de grupos de criminales en el estado fronterizo de Chiapas. Decenas de ellos permanecieron en el país por varios meses con el estatus de refugiado.

El Cártel de Sinaloa y el de Jalisco Nueva Generación, que mantienen una sangrienta batalla en muchos puntos de México, llevan ya más de un año, sobre todo en la zona fronteriza con Guatemala, en pugna para controlar las rutas del tráfico de migrantes, drogas y armas.

En La Mesilla, el tráfico migratorio mantiene un aparente flujo normal y el comercio intenta volver a generar ganancias pese a lo ocurrido. “Pero aún sigue muy bajo”, lamenta otro vendedor que tampoco quiso ser identificado por miedo. “Ese domingo era día de mercado, había mucha gente. Hoy nos sentimos más seguros porque hay más policía, pero aún las ventas no se recuperan”.

Los más de 650 efectivos —entre policías y militares— de la fuerza pública de Guatemala que se desplegaron el miércoles fueron observados por muchos de estos pobladores aún desconfiados.

Varios militares hacen guardia

Varios militares hacen guardia durante un operativo contra presuntos narcotraficantes en La Mesilla, Guatemala, cerca de la frontera con México, el miércoles 30 de julio de 2025.

(Moises Castillo/AP)

La policía realizó 21 allanamientos en las aldeas Vueltamina, del municipio de La Mesilla, y Agua Zarca, del municipio de Santa Ana Huista, ambas del departamento de Huehuetenango, fronterizo con México.

La organización que opera en la zona quedó descabezada luego de que su líder Baldemar Calderón Carrillo, alias “Tío Balde”, y su hijo Walfre Donaldo Calderón Calderón murieran abatidos en el enfrentamiento con policías mexicanos.

Vueltamina es una pequeña aldea ubicada en una planicie, rodeada de imponentes montañas verdes, que no se puede ver desde la carretera principal. Tiene un reciente desarrollo económico y viviendas en construcción que contrastan con la sencillez del lugar. Allí estaba el hogar de Calderón Carrillo, donde también lo enterraron luego de ser abatido por la policía mexicana.

Varios policías participan en un operativo

Varios policías participan en un operativo contra presuntos narcotraficantes en La Mesilla, Guatemala, cerca de la frontera con México, el miércoles 30 de julio de 2025.

(Moises Castillo/AP)

El líder criminal era buscado por autoridades estadounidenses, pero no por la fiscalía guatemalteca, desde mayo de 2019. En la investigación presentada a un gran jurado en San Diego, California, se reveló que por lo menos 13 ciudadanos guatemaltecos eran miembros de una organización de tráfico de cocaína con sede en Guatemala que opera desde La Mesilla y Democracia, en la frontera con México.

La operación contó con el apoyo de autoridades mexicanas, que brindaron refuerzo fronterizo, así como con la colaboración de agencias de Estados Unidos, indicó el Ministerio de Gobernación.

Lusvin López, jefe de la División Antidrogas de la Policía Nacional Civil, dijo a The Associated Press que las acciones se daban en seguimiento a los incidentes ocurridos con presuntos narcotraficantes en la frontera.

Cómo escaló la situación en la frontera

El pasado 8 de junio, un comando de hombres armados cruzó la frontera de México hacia Guatemala, hacia la localidad de La Mesilla. Detrás, los perseguía la policía mexicana. Ambas partes incursionaron en territorio guatemalteco, sin autorización y se enfrentaron a balazos.

La persecución era la respuesta a un ataque previo de los presuntos narcotraficantes a policías mexicanos que dejó cinco agentes muertos. El polémico episodio llevó a México a pedir disculpas a Guatemala y a relevar a varios agentes.

Al cruzar a Guatemala, por lo menos tres vehículos blindados de la policía mexicana se toparon de frente con varios hombres con armas largas que se cubrieron detrás de varios vehículos y de un Jeep militar J8 blindado, en el que estaba un soldado guatemalteco apostado y sin reaccionar, al mando de una metralleta.

La acción terminó en medio de una balacera, con los civiles libres y con una investigación abierta contra autoridades guatemaltecas por no reaccionar y detener a los presuntos narcotraficantes.

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