La administración de Donald Trump deportó a cinco hombres condenados por crímenes violentos a Eswatini, un pequeño reino africano, el martes. Los deportados, de Vietnam, Jamaica, Laos, Cuba y Yemen, incluyeron asesinos y niños cuyos países de origen se negaron a recuperarlos.
La portavoz de la Seguridad Nacional, Tricia McLaughlin, los llamó criminales “únicos bárbaros” ahora “fuera del suelo estadounidense”.
El vuelo siguió a un fallo reciente de la Corte Suprema que permitió deportaciones a países donde los migrantes no tienen lazos. Las nuevas reglas de inmigración permiten a los funcionarios deportar a las personas con solo 6 horas de aviso en emergencias.
Eswatini (anteriormente Swazilandia), una nación más pequeña que Nueva Jersey con 1,2 millones de personas, no ha explicado su acuerdo para aceptar a los deportados. Gobernado por el rey Mswati III desde 1986, es la última monarquía absoluta de África y prohíbe los partidos políticos.
Los grupos prodemocráticos protestaron el secreto, con el portavoz de Swalimo Ingiphile Dlamini declarando: “No ha habido comunicación oficial sobre este acuerdo”. Los críticos preocupan que el país pobre no pueda administrar de manera segura criminales violentos y notar su historia de abusos de derechos humanos, incluidos los detenidos torturados.
Esto marca la segunda deportación africana este mes; Ocho hombres fueron enviados a Sudán del Sur devastados por la guerra antes.
La administración Trump está buscando activamente acuerdos similares con Ruanda, Angola y otras naciones africanas. Mientras que los líderes de África occidental discutieron aceptar a los deportados durante las recientes visitas de la Casa Blanca, Nigeria se negó públicamente, calificándolo inaceptable.
Estados Unidos también ha enviado cientos de venezolanos a las cárceles centroamericanas, pero África ahora es un foco para las mudanzas de “tercer país”. Los analistas sugieren que las naciones pobres pueden estar de acuerdo a cambio de la ayuda estadounidense o los beneficios comerciales.
Los expertos y abogados de la ONU argumentan que la política viola el derecho internacional enviando personas a países donde arriesgan la tortura. La jueza Sonia Sotomayor criticó previamente deportaciones similares, advirtiendo a los migrantes podrían enfrentar tortura o muerte.
Según las nuevas reglas, los funcionarios estadounidenses no están obligados a preguntar si los deportados temen la persecución en el tercer país.
La secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, defendió la práctica, alegando que las naciones asociadas “se encargarán de ellos”. Sin embargo, Sudán del Sur todavía no ha revelado el paradero de los ocho hombres que recibió.