La presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, aseguró el lunes que “no hay razones” para las nuevas restricciones a vuelos desde México hacia Estados Unidos anunciadas por el gobierno de Donald Trump en respuesta a la obligación que hace varios años impuso el gobierno mexicano a los vuelos de pasajeros y de carga de trasladarse a un aeropuerto capitalino diferente.

Sheinbaum explicó que el traslado de las operaciones de carga del principal aeropuerto de la Ciudad de México al nuevo, mucho más alejado, fue una decisión “técnica” que se tomó privilegiando la seguridad. Ambos están gestionados por las Fuerzas Armadas.

El secretario de Transporte estadounidense, Sean Duffy, afirmó el sábado que las acciones de México para obligar a las aerolíneas a trasladarse al Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA), a más de 48 kilómetros de distancia, violaron un acuerdo comercial entre ambos países y dieron a las aerolíneas nacionales una ventaja injusta. Por eso, además de las restricciones, amenazó con poner fin a los convenios que tienen Delta Air Lines y Aeroméxico.

México es el principal destino extranjero para los estadounidenses y más de 40 millones de pasajeros volaron al territorio mexicano el año pasado.

Todas las aerolíneas mexicanas de pasajeros, carga y chárter estarán obligadas a presentar sus programas de vuelo ante el Departamento de Transporte y solicitar la aprobación del gobierno para sus vuelos hasta que Duffy esté satisfecho con la forma en que México trata a las aerolíneas estadounidenses.

Duffy dijo que la administración estadounidense anterior permitió que México rompiera el “acuerdo bilateral de aviación” y acotó que eso se terminaba. ”Que estas acciones sirvan como advertencia a cualquier país que piense que puede aprovecharse de Estados Unidos, de nuestras aerolíneas y de nuestro mercado”, sostuvo el funcionario.

Sheinbaum reconoció que algunas empresas estadounidenses se quejaron del traslado de sus operaciones desde el aeropuerto tradicional de la capital —ahora administrado por la Marina— al AIFA —gestionado por el Ejército— pero afirmó que se han ido adecuado a la nueva situación. Acotó que hay mesas de trabajo con las empresas donde se resuelve cualquier problema.

La mandataria mexicana sostuvo que “no hay razón para tener alguna sanción que tenga que ver con este asunto”, porque no fue una decisión en contra de ninguna aerolínea estadounidense, sino que se debió a la necesidad de tener que descongestionar el antiguo aeropuerto de la capital, el Benito Juárez.

Sheinbaum indicó que Estados Unidos todavía no les ha notificado formalmente cuáles serían las nuevas restricciones por lo que esperarán para “ver exactamente a qué se refiere”, pero subrayó que cualquier nuevo cambio o decisión tiene que basarse en criterios técnicos y priorizando la seguridad.

Desde principios del año pasado, Delta y Aeroméxico han combatido los esfuerzos del Departamento de Transporte para poner fin a su asociación, que comenzó en 2016. Las aerolíneas han argumentado que no es justo castigarlas por las acciones del gobierno mexicano, y dijeron que cancelar su acuerdo pondría en peligro casi dos docenas de rutas y 800 millones de dólares en beneficios para las economías de ambos países que provienen del gasto turístico y los empleos.

Las sanciones a los vuelos tienen lugar en medio de las negociaciones mexicanas para lograr un acuerdo global con la administración estadounidense que evite o minimice los aranceles y sanciones impuestas por Trump. Las más recientes que se anunciaron son las que afectan a las exportaciones de tomate.

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