¿Qué contienen realmente las gomitas? Un vistazo a su composición y controversias

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En Uruguay, al igual que en muchos otros países, las gomitas se han convertido en un clásico de la infancia (y también de la adultez). Están presentes en las góndolas de supermercados, en pequeños comercios de barrio e incluso en tiendas de golosinas a granel. Coloridas, suaves, dulces o picantes, en forma de ositos, frutas o corazones, las gomitas son uno de los productos más populares del mundo de los dulces.

Pero, ¿alguna vez te preguntaste de qué están hechas realmente?

Un dulce con historia

Para conocer el origen de las gomitas, hay que retroceder un siglo. En 1920, el alemán Hans Riegel fundó la empresa Haribo, inicialmente especializada en caramelos duros. Sin embargo, en busca de algo novedoso, Riegel comenzó a experimentar con texturas y colores, y así nacieron las primeras gomitas con forma de osito, conocidas como Gummibärchen. Este producto se volvió rápidamente un éxito de ventas y marcó el inicio de una nueva categoría de golosinas.

Con el tiempo, estas golosinas se expandieron a nivel mundial, adoptando distintas presentaciones. En países como México, por ejemplo, se popularizaron bajo el nombre de “Panditas”, y se venden tanto en paquetes como sueltas.

¿Qué contienen las gomitas?

Aunque parezcan inofensivas, las gomitas están hechas de una combinación de ingredientes que merece ser analizada. En líneas generales, su base es la grenetina, acompañada de azúcar, colorantes y saborizantes artificiales. Sin embargo, si uno observa con detenimiento las etiquetas de los productos industrializados, surgen elementos que pueden generar preocupación.

Uno de los componentes principales es el jarabe de maíz, un endulzante que contiene altos niveles de fructosa. Esta sustancia es conocida por su capacidad de potenciar sabores, pero también por su impacto negativo en el metabolismo, especialmente en niños si se consume en exceso.

Un ejemplo concreto: una bolsa de 115 gramos de gomitas distribuidas por la marca Ricolino contiene 59 gramos de azúcares simples, lo que equivale a unas 12 cucharadas pequeñas. Según los parámetros de la Organización Mundial de la Salud (OMS), esto representa entre un 262 % y un 314 % del límite diario recomendado para un niño, y cerca del 236 % para un adulto.

La polémica detrás de la grenetina

Más allá del azúcar, otro punto de controversia es la grenetina. Este polvo transparente, inodoro e insípido es utilizado como agente gelificante en numerosos alimentos y postres. Lo que pocos saben es que se obtiene a partir del colágeno de animales, en un proceso que implica la cocción prolongada de piel, tendones y huesos de vacas, cerdos o peces.

El procedimiento incluye el lavado de los restos animales con ácido, seguido de una mezcla con cal y posterior enfriamiento. El resultado es la oseína, base para fabricar grenetina. Este origen ha generado críticas de parte de grupos animalistas que consideran su producción como un ejemplo de crueldad hacia los animales.

No obstante, desde un punto de vista nutricional, la grenetina contiene aminoácidos derivados del colágeno que podrían traer beneficios, como el fortalecimiento de uñas y cabello. Aunque su aporte en pequeñas cantidades, como ocurre con las gomitas, es limitado, no se le puede negar cierto valor funcional.

¿Son entonces inofensivas?

Depende de la cantidad y la frecuencia con la que se consuman. El alto contenido de azúcares simples, sumado al jarabe de maíz y a los colorantes artificiales, convierte a las gomitas en un producto que debería ingerirse con moderación, sobre todo en niños. Además, su elaboración con subproductos animales puede entrar en conflicto con dietas veganas o vegetarianas.

En definitiva, las gomitas son una delicia que forma parte de la cultura popular, pero conocer qué hay detrás de su textura suave y su sabor dulce puede ayudarnos a tomar decisiones más conscientes a la hora de consumirlas.